Don Alberto Baillères, mi padre, creó la Fundación que lleva su nombre, convencido de que “la educación es un poderoso instrumento que ofrece a niños, niñas y jóvenes la posibilidad de ampliar sus oportunidades de bienestar subjetivo y de desarrollo colectivo”, como expresó en sus propias palabras. Hoy me corresponde a mí darle continuidad a este valioso legado y abrazar con fuerza este proyecto tan querido por Don Alberto, esta iniciativa que busca tender puentes de colaboración entre distintos actores sociales para ofrecer mejores opciones de educación pública a nuestras infancias.
Si la Fundación nació con este espíritu, la realidad nos ha ido presentando grandes desafíos. En 2017, por ejemplo, ante los terremotos que provocaron graves daños en las escuelas públicas de las regiones centro y sur del país, la Fundación se vio apremiada a ofrecer una respuesta pertinente frente a la emergencia nacional. En ese marco, se concibió el Modelo Social como una iniciativa de acompañamiento a las comunidades educativas, para que, mediante la creación colectiva de hábitats educativos, el espacio escolar se constituyera como un lugar seguro, incluyente y propicio para el aprendizaje, la convivencia y los intercambios comunitarios.
Y si bien en 2020 y 2021, durante la pandemia de covid-19, las escuelas se quedaron vacías, la Fundación encontró la forma de avanzar en sus propuestas: la creación de alianzas entre los sectores público y privado fue una de las claves para cumplir con su propósito. De esa manera, para finales de 2021, se inauguraron las primeras dos escuelas nacidas de este Modelo Social, ambas en el Estado de México. Así es como, contra viento y marea, la Fundación ha trabajado con un compromiso inquebrantable en favor de la educación pública de México. Sin duda, con la suma de esfuerzos entre gobiernos, sociedad, empresas, centros educativos y de investigación, es posible alcanzar objetivos compartidos y resultados tangibles.
Nuestro deseo es que nuestro Modelo Social no sea un puerto de llegada, sino un punto de partida para nuevos proyectos, en nuevos entornos, siempre en favor de la educación de calidad para los niños, las niñas y los jóvenes mexicanos, y en beneficio de las comunidades educativas en su sentido más amplio.